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—¿Sabes lo que más me gusta? —preguntó— Me encanta la gente que ve montones de películas de terror y lee libros de miedo. Porque se creen lo que leer y oyen, y aparecen cargando cosas estúpidas, como crucifijos y agua bendita en lugar de traer armas capaces de hacer daño de verdad, como pistolas o granadas de mano.
—¿Quiere decir que... los crucifijos... no le hacen ningún daño? —balbuceé.
—¿Y por qué iban a hacérmelo? —preguntó.
—Porque usted es... el mal —dije.
—¿Ah, sí? No deberías creer todo lo que te dicen. Es cierto que nuestros gustos son un tanto exóticos. Pero que nos guste beber sangre no significa que seamos malvados. ¿Acaso los murciélagos vampiros son malvados cuando le chupan la sangre a las vacas y los caballos?
—No —dije—. Pero eso es distinto. Son animales.
—También los humanos son animales —me dijo—. Si un vampiro mata a un ser humano, entonces sí es la personificación del mal. Pero el que se limita a chupar un poco de sangre para llenar su pobre estómago hambriento... ¿Qué tiene eso de malo?

Cirque du Freak I: El tenebroso Cirque du Freak.
Darren Shan.

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