*

«Yo no sé», grité sin sonido; «realmente no sé». Si nadie viene, entonces precisamente viene nadie. A nadie hice algo malo; nadie me hizo algo malo; nadie quiere ayudarme. Pero esto, sin embargo, no es así. Nadie me ayuda, si no, absolutamente nadie sería preciso. Con mucho gusto haría —por qué no— una excursión con un grupo de absolutamente nadie. Por supuesto, a la mañana; ¿a dónde si no? ¡Cómo se apiñan estos nadie! Estos muchos brazos extendidos transversalmente y colgantes, estos muchos pies separados por pasos diminutos. Se sobreentiende que todos están de frac. ¡Vamos tan bien así! El viento transita los agujeros que nosotros y nuestros contornos plegables dejamos abiertos. En la montaña las gargantas se liberan. ¡Es un milagro que no cantemos!

La excursión a la montaña.
Franz Kafka.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejame tu comentario!