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¡Sangre! ¡Obedece! Da media vuelta,
sé un lago y no un río.
Cuando aflores al aire,
¡deténte! Levanta una pared de coágulo,
levántala firme para contener la sangre.
Sangre, tu bóveda celeste es el cráneo,
tu sol son los ojos abiertos,
tu viento el aire que llega a los pulmones,
sangre, tu mundo es limitado. ¡Quédate en él!

La materia oscura II: La daga.
Phillip Pullman.

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