La computadora funcionaba muy bien cuando uno
sabía que iba a ver a las personas con las que estaba chateando cuando se le
diera la gana, dentro de un rato, mañana, la semana que viene; pero cuando uno
sabía que no había forma de encontrarse, de compartir una risa, una mirada o un
secreto, salvo a través de la pantalla, la computadora era algo completamente inútil.
—Caídos
del mapa VIII.
María Inés Falconi.
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