Sólo divisan sus ojos
feos, inmundos despojos
de la muerte. ¡Qué destino
como el suyo miserable!
Si en aquel instante vino,
la memoria perdurable
de la pasada ventura,
a turbar su fantasía,
¡cuán amarga les sería!
¡Cuán triste, yerma y oscura!
—La cautiva.
Esteban Echeverría.
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