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NOVIA.– ¡Vámonos pronto a la iglesia!
NOVIO.– ¿Tienes prisa?
NOVIA.– Sí. Estoy deseando ser tu mujer y quedarme sola contigo, y no oír más voz que la tuya.
NOVIO.– ¡Eso quiero yo!
NOVIA.– Y no ver más que tus ojos, y que me abrazaras tan fuerte, que aunque me llamara mi madre, que está muerta, no me pudiera despegar de ti.
NOVIA.– Yo tengo fuerza en los brazos. Te voy a abrazar cuarenta años seguidos.

Bodas de sangre.
Federico García Lorca.

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