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Winston comprendía que ya estaba muerto. Le parecía que solo ahora, en que empezaba a poder formular sus pensamientos, era cuando había dado el paso definitivo. Las consecuencias de cada acto van incluidas en el acto mismo.
Escribió:
El crimental (el crimen de la mente) no implica la muerte; el crimental es la muerte misma.
Al reconocerse ya a sí mismo muerto, se le hizo imprescindible vivir lo más posible.

1984.
George Orwell.

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