—Erais pequeñas —dijo él—. Los niños no saben lo que hacen, ni
siquiera saben que realmente pueden herir los sentimientos de otra
persona. No tienen, digamos, radar. ¿Comprendes?
[...]
—¡Pero, en la práctica, nadie
se entera nuca de que sus actos hieren realmente a otras personas! La
gente no mejora, sólo se hace más lista. Y cuando uno es más listo no
deja de arrancar las alas a las moscas, lo que ocurre es que, en ese
momento, busca mejores razones para hacerlo.
—Carrie.
Stephen King.
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