*

Por un ratito me miró como si estuviera aturdida; después me preguntó muy suavemente:
—¿Sabés por qué este mundo no tiene arreglo?
Le aseguré que no sabía. Me dijo:
—Porque los sueños de uno son las pesadillas de otro.
—No entiendo —admití.
—Sin ir más lejos, pensá en la política.
—¿Qué tiene que ver la política?
Traté de explicar la diferencia entre la política y mi apego por Diana. Me interrumpió:
—Sin ir más lejos, pensá en las elecciones y en las revoluciones. La mitad de la población está satisfecha y la otra, desesperada.

Dormir al sol.
Adolfo Bioy Casares.

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