Eso se había terminado, ya había vaciado aquella copa y nadie la volvería a llenar. ¿Era una pena? No. Nada que hubiera terminado era una pena. Una pena eran el hoy y el ahora, las incontables horas y días que había perdido, que sólo aguanté, que no trajeron regalos ni conmociones.
—El lobo estepario.
Hermann Hesse.
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