Sufrir la ignominia ante los ojos del mundo, tener la apariencia de la infamia cuando el corazón de una rebosa pureza y las propias acciones inocencia, y cuando la verdadera causa de la degradación radica en la mala conducta de otro, son circunstancias inherentes a la vida de una heroína, y la entereza para afrontarlas, algo que ennoblece particularmente su carácter.
—La abadía de Northanger.
Jane Austen.
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