—Cuando dejaste de creer en Dios —continuó Will—, ¿dejaste de creer en el bien y el mal?
—No, pero dejé de creer que existían un poder benéfico y un poder malévolo que estaba fuera de nosotros. Y me convencí de que el bien y el mal sólo se signan las acciones de las personas, no lo que éstas son. Sólo podemos decir que ésta es una buena acción porque beneficia a alguien, y que esta otra es una mala acción porque perjudica a alguien. Las personas son demasiado complejas para ponerles unas simples etiquetas.
—La materia oscura III: El catalejo lacado.
Philip Pullman.
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