*

—Ay, Will, ¿qué podemos hacer? —exclamó Lyra—. Quiero vivir siempre contigo. Quiero besarte y acostarme a tu lado y despertarme junto a ti cada día de mi vida, hasta que muera, dentro de mucho, muchísimos años. No quiero tener un recuerdo, un mero recuerdo…
—Yo tampoco quiero conformarme con recuerdos —dijo Will—. Lo que yo deseo es tu pelo, tu boca, tus brazos, tus ojos y tus manos. No sabía que era capaz de amar tanto a una persona. ¡Oh, Lyra, ojalá esta noche no terminara nunca! ¡Ojalá pudiéramos quedarnos aquí para siempre, y que la Tierra cesara de girar, y todo el mundo se sumiera en un sueño!
—¡Todos excepto nosotros! ¡Y que tú y yo pudiéramos vivir aquí eternamente, amándonos!
—Te amaré siempre, pase lo que pase. Hasta que muera y después de que muera, y cuando consiga salir de la tierra de los muertos mis átomos vagarán para siempre, hasta que vuelva a encontrarte…
—Yo te esperaré, Will, cada momento de mi vida. Y cuando volvamos a encontrarnos nos abrazaremos con tal fuerza que nada ni nadie podrá separarnos. Cada átomo de mi ser y cada átomo del tuyo… Viviremos en los pájaros, las flores, las libélulas, los pinos, las nubes y en esas motas de luz que flotan en los rayos del sol… Y cuando utilicen nuestros átomos para crear nueva vida, no podrán tomar uno solo sino que tendrán que tomar dos, uno tuyo y otro mío, porque estaremos unidos para siempre…

La materia oscura III: El catalejo lacado.
Philip Pullman.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejame tu comentario!