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«Sentate», me dijo, y me señaló un sillón de mimbre. Él sabía a qué venía. «No tengo explicación», dijo. «¿Quién puede explicar semejante ferocidad? La única interpretación es que el hombre puede ser infinitamente cruel con su semejante. Puede ser cruel sin conocer al prójimo, sin haberle visto el rostro ni haber sostenido su mirada. Puede ser cruel por decisión soberana y autónoma. Como si ese prójimo no fuera un espejo. Cuando destruye el espejo, se destruye a sí mismo.

La borra del café.
Mario Benedetti.

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