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–El amor ha hecho mucho por nuestra hijita —comentó la señora March con dulzura.
–Ha tenido delante de sus ojos un buen ejemplo toda la vida, querida mía —le dijo el señor March en un murmullo, al tiempo que dirigía una mirada amorosa a la cabeza blanca de la mujer que tenía a su lado.

Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.

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