Es una excelente idea la de tener un sitio donde podamos buscar la paz, cuando las circunstancias no son propicias. Tenemos muchos momentos de amargura en esta vida, pero es posible soportarlos si sabemos buscar ayuda correcta.
—Mujercitas.
Louisa May Alcott
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*
–El amor ha hecho mucho por nuestra hijita —comentó la señora March con dulzura.
–Ha tenido delante de sus ojos un buen ejemplo toda la vida, querida mía —le dijo el señor March en un murmullo, al tiempo que dirigía una mirada amorosa a la cabeza blanca de la mujer que tenía a su lado.
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
–Ha tenido delante de sus ojos un buen ejemplo toda la vida, querida mía —le dijo el señor March en un murmullo, al tiempo que dirigía una mirada amorosa a la cabeza blanca de la mujer que tenía a su lado.
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
*
–Qué bien nos llevamos los dos, ¿verdad?
–Tan bien como me gustaría que continuáramos siempre, remando en el mismo bote —respondió enseguida Laurie, aprovechando la oportunidad que se le presentaba de revelar sus sentimientos e intenciones—. ¿Tú también lo deseas así, Amy? —preguntó con ternura.
–Sí, Laurie —respondió ella, en voz baja a causa de la emoción.
En ese instante ambos dejaron los remos y se besaron, componiendo un bello cuadro de amor y dicha que se reflejó en las aguas apacibles del lago.
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
–Tan bien como me gustaría que continuáramos siempre, remando en el mismo bote —respondió enseguida Laurie, aprovechando la oportunidad que se le presentaba de revelar sus sentimientos e intenciones—. ¿Tú también lo deseas así, Amy? —preguntó con ternura.
–Sí, Laurie —respondió ella, en voz baja a causa de la emoción.
En ese instante ambos dejaron los remos y se besaron, componiendo un bello cuadro de amor y dicha que se reflejó en las aguas apacibles del lago.
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
*
–¡Juan es tan inteligente! —objetó Meg—. Tengo miedo de pasar por tonta si la hago preguntas sobre política y esas cosas...
–No tengas miedo, ni vergüenza, de lo que no sabes. Al contrario: si preguntas, es señal de que quieres saber y mejorar...
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
–No tengas miedo, ni vergüenza, de lo que no sabes. Al contrario: si preguntas, es señal de que quieres saber y mejorar...
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
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¡Jamás podríamos ser desdichados, Jo! —la interrumpió Laurie con arrebato— ¿No ves que no puedo vivir sin ti?
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
—Las mujercitas se casan.
Louisa May Alcott.
*
En el mundo hay muchas tímidas y apacible Beths, sentadas en un rincón mientras sea necesario y que viven para los demás alegremente, y nadie aprecia los sacrificios que realizan hasta que ese pequeño grillo del hogar deja de cantar y se desvanece ese rayito de sol, dejando tras de sí silencio y sombras.
—Mujercitas.
Louisa May Alcott.
—Mujercitas.
Louisa May Alcott.
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