*

Para animarme, recordé unas sensatas palabras de mi padre: «Para tener miedo a un fantasma, mi pequeño John, hace falta que primer te pellizque con sus dedos ganchudos. A mí, todavía no me ha pasado eso nunca. Todos los fantasmas que yo he visto se limitaban a revolotear y a parlotear como unas mariposas o unos ruiseñores. Unos verdaderos gentlemen, inútiles del todo pero sin ninguna malicia, que parecían aburrirse en el otro mundo tanto como se habían aburrido en éste…».

De profesión, fantasma.
Hubert Monteilhet.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejame tu comentario!