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Fue en aquel castillo donde me entró el gusto por la lectura, y donde comencé a cultivarme por mí mismo, lo cual constituye la mejor de las escuelas cuando uno es vivo de espíritu. ¿Qué habría sido de mí más tarde sin los libros, en un oficio en el que se trabajaba oculto, y sólo de vez en cuando y poco?

De profesión, fantasma.
Hubert Monteilhet.

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