–Bueno... ¿Por qué no me dice qué lo trajo aquí?
–Nadie escucha a nadie. No puedo hablarles a las paredes. Las paredes me gritan. No puedo hablar con mi mujer; ella escucha las paredes. Quiero que alguien oiga lo que tengo que decir. Y quizá, si hablo bastante, adquiera sentido. Y quiero que usted me enseñe a comprender lo que leo.
—Fahrenheit 451.
Ray Bradbury.
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