Decidí ir a comprarme un libro a la librería del shopping. No lo sabía en esos años y no estoy seguro de estar en lo cierto ahora, pero sospecho que uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse y así conforme van pasando los años van cambiando los gustos y nos parece mentira que hayamos disfrutado ciertos textos, que después creemos execrables.
Seguramente no pensaba en eso cuando caminaba por San Isidro para ir a buscar un libro que me liberase de la angustia.
—Los ojos del perro siberiano.
Antonio Santa Ana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Dejame tu comentario!