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Cuando dos personas así se encuentran, se pasan media hora entera sin saber de qué hablar, se quedan como entumecidos uno frente a otro, permanecen sentados y uno confundido por la presencia del otro. Todo el mundo tiene de qué hablar; las damas, por ejemplo… la gente de mundo distinguida, por ejemplo, siempre encuentra tema de conversación, c’est de rigueur, pero la gente de tipo medio, como nosotros, se turna por cualquier pequeñez y es poco habladora…, la gente que piensa, quiero decir. ¿A qué se debe, amigo mío? ¿Acaso no tenemos intereses sociales, o somos tan honrados que no queremos engañarnos?

Crimen y castigo.
Fiodor Dostoievski.

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