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—¿Algunas vez ha observado usted a las gallinas?
—¿A las gallinas? Le confieso que no. Vivo en un décimo piso, y allí no tengo gallinas.
—Hay a lo mejor en el gallinero un trozo de comida, pudriéndose en el barro. Ninguna lo recoge. Pero basta que una empiece a picotearlo, para que todas se lo disputen y corran por el gallinero quitándose unas a otras el pedazo de bazofia, y hasta son capaces de pelearse por él y de ensangrentarse las crestas.

Rosaura a las diez.
Marco Denevi.

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