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—Nuestra pobre tía tenía pocos motivos para creer ese estado; pero, aparte de ello, hablando sólo por lo que he podido observar, creo que es un negocio de intrigas. ¡Conozco a muchos que se han casado esperando y confiando hallar determinada ventaja, o algunas virtudes o cualidades en la persona elegida, y que sin embargo se han visto defraudados y obligados a resignarse con todo lo contrario! ¿Qué es esto, sino un engaño?
—Niña, en todo eso que dices hay mucho de tu imaginación. Perdona, pero no puedo creerte del todo. Te aseguro que sólo ves por un lado la cuestión. Descubres el mal, pero no aciertas a ver el consuelo. Hay ligeros roces y desengaños por todas partes, y todos esperamos siempre más; pero si fracasa un proyecto de felicidad, la naturaleza humana se orienta hacia otro, si el primer cálculo resulta equivocado, hacemos otro mejor… siempre hallaremos consuelo en alguna parte y esos observadores mal pensados, querida Mary, que convierten todo lo poco en mucho, resultan más engañados y decepcionados que los mismos cónyuges.

—Mansfield Park.
Jane Austen.
[Traducción de Miguel Martín]

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