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Es que mire, desgraciadamente, odiamos a quienes se empeñan en buscar en nosotros una excelencia que no tenemos. A la gente le perdonamos muchas cosas, menos que nos obliguen a poner al descubierto un agujero en la media. No guardamos un centavo en el bolsillo y está bien, estamos contentos, pero viene un tipo y nos dice: «Prestame un peso», y a ese tipo lo odiamos, lo odiamos nada más que porque no obligó a confesar una cosa que, sin eso, no dejaba tan tranquilos.

Rosaura a las diez.
Marco Denevi.

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