*

«Cuénteme algo de su vida», dijo ella. Me quedé un rato en silencio. Después comencé a hablar. Hablé mucho. Hablé de cosas que nunca había dicho a nadie. Cosas que uno lleva adentro. No sé por qué, pero tenía deseos de desahogarme, de confiarme a alguien, de encontrar en la oscuridad una mano que apretarse la mía, de oír una voz que me dijese: te comprendo.

Rosaura a las diez.
Marco Denevi.

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